martes, 13 de diciembre de 2011



Esta es la historia de un hombre con muchas virtudes silenciadas, y no es que me corresponda hablar de ellas, pero algo he de decir.

Se trata de un hombre apuesto, aunque sus fotos sugieran lo contrario ó veces no se guste lucir; y es que se ha equivocado en el pasado, acomodándose una barba de esas que en la moda no deben existir al menos para él.  

La vida le otorga varias dudas para frustrarse, prescindiendo siempre de las existenciales, y enfocándose en cuestiones numéricas importantes, como “¿del uno al diez cuánto me extrañas?”, suponiendo de antemano que se trata de un diez, si no, no se atrevería a lanzar semejante inquisición.

Si lo encuentran en un antro hablando de conquistas y anhelos de Don Juan, no sea usted quien se confunda, ese hombre en galantería busca enamorarse, y por eso crea máscaras que disimulen que en el fondo, como todo buen hombre, es un pan.

No es que se avergüence de su ilusión profunda de romanticismo exacerbado, pero es cosa complicada reconocer sueños en sociedad. Si le pide que se quede a su lado, váyase tantito, le gusta la lucha y los contrarios, y sólo así se enamorará.

Podría extenderme hasta crear un libro, pero es de mal gusto analizar, y entonces los dejo con la duda, y quizás cuando lo conozcan, puedan saber mejor de lo que hablo.

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